viernes, 22 de junio de 2012

CON UN TOQUE PERSONAL...




La mediación es un método de resolución alternativa de conflictos, que se aplica en muy diferentes disciplinas profesionales (el Comercio, el Derecho, la Psicología, el Trabajo Social, la Pedagogía Social, etc.), en el que dos o más partes llegan a acuerdos consensuados facilitados por una tercera parte (el mediador), que actúa bajo el principio de la neutralidad. El mediador ayuda a las partes a lograr un rápido acuerdo usando la creatividad y la cooperación.

En boca de Javier Alés, “la mediación es un proceso al que se recurre cuando las partes no han podido entenderse y ayudados por una persona neutral, llegan a un acuerdo mediante la autodeterminación”.

No sólo las partes son las implicadas en el proceso de mediación, pues cobra un papel fundamental el papel del mediador con sus intervenciones, como facilitador y canalizador de la comunicación entre las partes, permitiendo llegar al buen fin del proceso.

Podemos comprobar en cualquier manual o en cualquier archivo que el proceso de mediación es un proceso totalmente estructurado, en el cual se persiguen unos objetivos y el mediador ejerce esa figura intermedia entre las partes, las cuales, por medio de la comunicación y el entendimiento, gestionan sus diferencias y logran llegar a acuerdos que se puedan considerar  estables y duraderos.

También se han realizado estudios y sacado conclusiones sobre las tácticas, técnicas o habilidades que el mediador puede utilizar durante el proceso para lograr que las partes restablezcan entre sí la comunicación. Son conocidas las técnicas, tácticas o habilidades, del uso frecuente de preguntas a las partes, el uso del silencio, el embudo, la reformulación, el desinterés,… muy válidas todas para lograr hacer ver a las partes su implicación con el conflicto, y haciéndolas tomar las riendas del problema, buscando por si mismas las mejores soluciones de manera consensuada. O tácticas o habilidades también podemos definirlas.

Así podemos concluir que el proceso de mediación se puede definir como un método de resolución de conflictos perfectamente diseñado para, siguiendo unas fases, lograr el entendimiento de las partes por si mismas. Sin embargo, la grandeza de la mediación va más allá: si bien decimos que el objetivo ha de ser que las propias partes sean las que consigan gestionar el conflicto, y retomar las relaciones que les unían antes de surgir las diferencias, igualmente el mediador podrá valerse por ello de la libertad de actuación que considere oportuna, sin salirse del guión que marca su figura, para lograr el objetivo de la mediación. Es por ello que toda técnica, táctica o habilidad de la que pueda hacer uso puede ser intuitiva, innovadora, desconocida para la mayoría (lluvia de ideas, el árbol genealógico,…ya hablaremos de ellas llegado el momento), siempre que la misma responda a los parámetros marcados. Lograr que sean las partes las que solucionen sus diferencias es el objetivo, el como conseguirlo no debe regirse a unas pautas o normas cerradas, pues en la mediación, cualquier detalle puede variar el rumbo del proceso, y por ello se entiende la libertad de elegir cualquier vía para poder conseguir que se llegue a buen puerto. 

Sólo de esa forma entenderemos el por qué hablamos de ese toque personal del que puede hacer uso cada mediador en su ámbito de actuación, y que no tiene menos importancia qué cualquiera de los métodos archiconocidos usados por cualquier mediador en su labor.

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