Finales de julio, pleno verano.
Que sigan disfrutando de sus merecidas vacaciones los que ya se encuentren
descansando, y que podamos hacerlo también los que nos despedimos estos días
del ajetreo laboral por un tiempecito. Este año, como repetimos siempre por
estas fechas, nos las merecemos más que nunca: por la carga de trabajo, por el
estrés de tanto cambio, por la que se avecina.
Son motivos de peso para desear estar
con los nuestros, olvidar cualquier preocupación aunque solo sea de manera
temporal, y cargar las pilas. Porque nos marchamos, pero hemos de volver. Y en
este mes de desconexión, no sólo debemos coger color de piel, y kilos, sino
también recuperar todas las fuerzas del mundo para volver en septiembre con la
ilusión y ganas del primer día, creyendo que los problemas tienen solución, y
no darnos por vencidos.
Pensemos en mediación, démosle
vuelta a la cabeza acerca de la necesidad de promover la solución de los
conflictos de manera dialogada. Que la comunicación, el entendimiento, el
consenso, la escucha…y todas esas cualidades que tenemos aunque a veces
permanezcan ocultas en nosotros, puedan aflorar.
Si pudiera pediros sólo una cosa,
sería esa: creamos en nosotros mismos, en nuestras capacidades y en nuestras
creencias. Apostemos por todo ello. Y que, en septiembre, cuando volvamos,
podamos afirmar rotundamente que hemos disfrutado del verano, y que el panorama
que nos espera nos deparará muchas más alegrías que disgustos, por las ganas
que tenemos….
Por todo eso yo creo en la magia
de la mediación. Y dentro de un mes estoy seguro que podremos decir que todos nuestros objetivos
estarán un poco más cerca.
Felices vacaciones mediadoras…