lunes, 30 de julio de 2012

UN DESCANSO MERECIDO


Finales de julio, pleno verano. Que sigan disfrutando de sus merecidas vacaciones los que ya se encuentren descansando, y que podamos hacerlo también los que nos despedimos estos días del ajetreo laboral por un tiempecito. Este año, como repetimos siempre por estas fechas, nos las merecemos más que nunca: por la carga de trabajo, por el estrés de tanto cambio, por la que se avecina.

Son motivos de peso para desear estar con los nuestros, olvidar cualquier preocupación aunque solo sea de manera temporal, y cargar las pilas. Porque nos marchamos, pero hemos de volver. Y en este mes de desconexión, no sólo debemos coger color de piel, y kilos, sino también recuperar todas las fuerzas del mundo para volver en septiembre con la ilusión y ganas del primer día, creyendo que los problemas tienen solución, y no darnos por vencidos.

Pensemos en mediación, démosle vuelta a la cabeza acerca de la necesidad de promover la solución de los conflictos de manera dialogada. Que la comunicación, el entendimiento, el consenso, la escucha…y todas esas cualidades que tenemos aunque a veces permanezcan ocultas en nosotros, puedan aflorar.

Si pudiera pediros sólo una cosa, sería esa: creamos en nosotros mismos, en nuestras capacidades y en nuestras creencias. Apostemos por todo ello. Y que, en septiembre, cuando volvamos, podamos afirmar rotundamente que hemos disfrutado del verano, y que el panorama que nos espera nos deparará muchas más alegrías que disgustos, por las ganas que tenemos….

Por todo eso yo creo en la magia de la mediación. Y dentro de un mes estoy seguro que  podremos decir que todos nuestros objetivos estarán un poco más cerca.

Felices vacaciones mediadoras…

miércoles, 25 de julio de 2012

UNA BASE SÓLIDA


Promover en nuestra sociedad valores éticos, morales y sociales puede llegar a considerarse una aventura. Todos los mediadores profesionales, y los que no lo son, entendemos las dificultades que eso entraña en una cultura en la que cada día es mayor el protagonismo del yoismo y en la que tristemente se ha relegado a un segundo plano el diálogo, el compañerismo y el acuerdo consensuado. Tanto es así, que hablar de mediación, de restablecer vínculos familiares o la comunicación, a veces suena a utopía.

Para enfrentarnos a esa realidad, paremos, y pensemos por un segundo. Así podemos comprobar que muchos problemas se focalizan desde tempranas edades. Cuestión de hábitos (malos), de educación recibida o de costumbres arraigadas, lo cierto es que si no planteamos y buscamos soluciones en los mas jóvenes, será mucho más complicado lograr el éxito de promover el cambio hacia la cultura del acuerdo a medio o largo plazo. 

Surge así la idea o concepto de mediación escolar o educativa, con el objetivo de dar respuesta a esa necesidad de cambio que suplica el vaivén de nuestra sociedad, considerando que una reeducación o enseñanza a los niños en sus valores o la forma de actuar en su entorno, es mucho más potenciable y efectiva que en un adulto, el cual ya tiene regidas unas conductas o pautas de comportamiento viciadas y adheridas, difícilmente modificables. En cierta manera, el niño es capaz de adaptarse mejor a cualquier nuevo hábito, en relación con cualquier adulto.

Este año he tenido la suerte de comprobarlo directamente, gracias a la colaboración en un proyecto educativo llevado a cabo por la Asociación de Mediación Familiar Andaluza (AMEFA) durante 2 meses en el Colegio Alemán de Sevilla, con niños de edades comprendidas entre los 9 y los 16 años. Una experiencia muy gratificante, pero sobre todo, sorprendente. Ha sido increíble ver la respuesta entusiasta de los niños, y por encima de ello, como toda expectativa ha sido superada. Comprobar que su capacidad de comprensión va mucho más allá de lo que podemos imaginar, que tienen mucha más facilidad que un adulto para empaparse de nuevos conocimientos y de aprender y, por ende, son menos reacios al cambio y a su adaptación. Por eso no debemos menospreciar sus habilidades, y por eso también el sentido de poder hablar de mediación educativa como algo certero, beneficioso y necesario.

De ese modo, concluiremos que asentar las bases del cambio social en pos de resolver nuestros propios conflictos por nosotros mismos tiene mayor sentido si decidimos apostar por ello desde temprana edad, haciendo nuestros los hábitos adquiridos desde la infancia, y creciendo a la vez que ellos, siendo así posible ese avance social que, desde ya, rompa con los tradicionales métodos de resolver los conflictos y de paso a la alternativa: poder restablecer la comunicación y el diálogo entre personas diferentes y enfrentadas, con el objetivo de alcanzar acuerdos justos, equitativos, estables y duraderos. Y con la mediación escolar se abre un camino más que nos puede llevar a lograrlo.

martes, 17 de julio de 2012

MEDIACIÓN CON UNA SONRISA…


Resulta misión casi imposible hoy día amanecer sin una noticia que haga referencia a recortes, medidas austeras o ajustes económicos. El año 2012 será por ello un año difícil de olvidar, epicentro de una crisis que amenazaba con abducirnos y que una vez inmersa en nuestro país, avanza cual ciclón sin dejar nada a su paso. Y en medio del huracán, conflictos y más conflictos. Porque toda crisis estatal, ya sea política, económica o social, conlleva muchos efectos colaterales: sin dinero, no hay actividad; sin actividad, no hay dinero. Una cadena que afecta, en mayor o menor medida, a casi toda la ciudadanía. Los mayores afectados, como siempre, los que menos tienen, los que más necesitan…

Surgen tensiones, crece el nerviosismo, se abre paso la frustración. Muchos piden, pocos dan. Otros, simplemente miran hacia otro lado. Pero nadie es indiferente. ¿Y ahora que?

El panorama, cuanto menos, es gris. No sabemos cuando saldremos de esta, y en que condiciones lo haremos. Pero yo me aventuro a decir que saldremos con la mirada al frente. Que será tarea complicada, pero alcanzable. Está comprobado que la evolución de la economía es cíclica, que hoy estamos abajo pero que la situación es reversible. No es la primera crisis económica, social y política que nos afecta, ni será la última. Lo que si podemos cambiar y está en nuestras manos, es como afrontar las dificultades, como enfocar los problemas, una simple cuestión de actitud.

Vengo a referirme a que si bien nosotros no podemos por si mismos hacer que disminuya el paro o que no se produzcan más recortes, ni mucho menos estamos atados de pies y manos, pudiendo hacer de los problemas un mal menor y no un obstáculo. Hablamos de cómo afrontar los conflictos, de su necesidad, de cómo ser útiles. La felicidad no consiste en evitar los conflictos, tarea imposible, sino en la forma en la que seamos capaces de resolverlos y podamos aprender de ellos. Leyendo a Josep Redorta, en su reciente publicación de “No más conflictos”, me llamó sobremanera la atención un extracto que me acopio aquí de manera íntegra: retornar al equilibrio personal como fuente de soluciones para la vida está convirtiéndose en una prioridad.

Es así que todo conflicto debe ser abordado con la finalidad de restablecer vínculos personales enfrentados, de creer en las soluciones, dialogar para acordar. Si hasta ahora nada de lo que tenemos a nuestro alrededor ha servido para calmar nuestros ánimos o solventar nuestros problemas, demos paso a nuevos métodos. Apostemos por la mediación como forma de vida, resolvamos nosotros mismos nuestros problemas, seamos dueños de nuestros actos y decisiones, luchemos por el respeto y el diálogo para lograr el entendimiento. Apliquémoslo a nuestro día a día, con nuestro entorno. Sólo así podremos crecer y tal vez nos vaya mucho mejor, disminuyan las tensiones, y hablar de crisis no nos angustie tanto como lo hace leer la prensa o ver las noticias cada mañana.

Y es que con una sonrisa, todo se hace mas llevadero.

miércoles, 4 de julio de 2012

ABRIENDO FRONTERAS

El pasado 28 de junio el Congreso aprobó definitivamente el proyecto de Ley de Mediación en asuntos civiles y mercantiles, más concretamente el Real Decreto-Ley 5/2012, de 5 de marzo, de mediación en asuntos civiles y mercantiles, mediante el cual se incorpora a nuestro ordenamiento jurídico la Directiva 2008/52/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 21 de mayo de 2008, creándose un régimen general aplicable a toda mediación que tenga lugar en España en asuntos civiles y mercantiles (se exluyen los asuntos no disponibles por la voluntad de las partes y los pertenecientes al ámbito penal, de las Administraciones Públicas, laboral y de consumo), con el objetivo de impulsar esta vía de resolución de conflictos como alternativa a la jurisdicción y al arbitraje. Es por ello que todos los mediadores estamos de enhorabuena, al encontrar ese respaldo legal que permite sustentar todos nuestros proyectos y nos permita avanzar en la implantación de la mediación en nuestro sistema, abarcando no sólo asuntos relacionados con las relaciones familiares, sino también incluyendo materias civiles y mercantiles. Analizando los avances legales que suponen dicha aprobación, nos planteamos qué motivos pueden considerarse como impulso a la aprobación del mencionado Real Decreto-Ley 5/2012.

En primer lugar, es una clara muestra de que el Gobierno quiere acabar con el alto grado de litigiosidad que hay en España. El objetivo del Gobierno es reducir el elevado número de pleitos que hay en España, evitando el "colapso de los tribunales". Se ha cifrado en 9 millones los litigios que se registraron en 2011. Para ello se ha introducido la figura del mediador en los conflictos del ámbito civil y mercantil. El objetivo es que el ciudadano no tenga que acudir siempre a los tribunales, y que el mediador sea esa alternativa que pueda acercar posturas entre las dos partes.

Para respaldar ese impulso a la mediación civil y mercantil, los acuerdos del mediador serán vinculantes: las partes implicadas estarán obligadas a cumplirlos. La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sánez de Santamaría, ha señalado que "tendrán fuerza ejecutiva si se hace escritura pública". Esto quiere decir que el acuerdo tendrá la misma autoridad que la sentencia de un juez.

Aclara también la postura y figura del mediador, haciendo hincapié en que el mediador no tiene capacidad para decidir sobre el acuerdo que alcancen las partes. Su única función es la de aconsejar a los implicados para que sean ellos los que se pongan de acuerdo. Esto es lo que diferencia a un proceso de mediación de uno de arbitraje. El árbitro interviene en un conflicto entre dos o más partes y decide al respecto; el mediador no. De igual forma, se busca con la aprobación de la Ley de Mediación economizar gastos: el proceso para resolver un conflicto a través de un mediador será, previsiblemente, más barato que en los tribunales.

En suma, las necesidades de reducir costes, de evitar el colapso de los tribunales, y de agilizar los procesos entre partes en conflicto cara a encontrar una solución lo más rápidamente posible, han dado con la aprobación del proyecto de Ley de Mediación. Como crítica, podemos considerar que la mediación puede dar pie a retrasar lo inevitable, ya sea el pleito o el arbitraje. El tiempo y la práctica darán y quitarán razones. De momento el sentido común justifica calificar este intento de potenciar la mediación civil y mercantil como un acierto.